Tras dos semanas de dar seguimiento a reportes sobre
corrupción en el país, la 59 Legislatura del Congreso de Jalisco destaca como
foco rojo a nivel nacional. Esta cobertura sistemática de la prensa da
testimonio de una cultura periodística de denuncia, que todavía debe dar luz a
una de responsabilidades en que ONGs y la ciudadanía en general se convierten
en agentes de presión
A 13 días de iniciado, este proyecto ha dependido de la
cobertura de tres periódicos: El
Informador (Guadalajara), Mural
(Guadalajara) y Reforma (Ciudad de
México). Esta limitación de fuentes se debe a que el Observatorio de la
Corrupción Mexicana (OCM) tiene escasos recursos para garantizar un espectro
más amplio. Uno de los razonamientos lógicos es que la cobertura sobre
corrupción de los medios consultados incluye los casos de mayor visibilidad,
que se ubican en los contextos regionales del país con altos niveles de
concentración de actividad política y económica. Dicho de otra manera, podemos
confiar que en lo relativo al fenómeno en que se concentra este blog, ni son todos los que están, ni están todos
los que son. Sin embargo, este quiasmo puede verse como una ventaja, debido
a que los procesos y rutinas de trabajo que dan pie a las agendas periodísticas
suponen un esfuerzo de filtraje, a través del cual se revelan las dinámicas y
sucesos que son prioritarias para la sociedad.
Palacio Legislativo de Jalisco (Crédito: e-Gualix) |
Como se sugirió en la presentación de OCM, la perspectiva
sobre el periodismo que informa nuestro esfuerzo es aquella que ve en la prensa
y la profesión periodística una especie de “Cuarto Estado”. Esta noción, un
tanto idealista, se bifurca en dos modelos que Mark Hampton identifica como “educativo”
y “representativo” (2010: 3-4). En el primero, la prensa facilita un diálogo entre
políticos y otros tomadores de decisiones y la ciudadanía dispersa a lo largo
de un territorio nacional, dando lugar a una esfera pública. En el segundo, la
prensa revela aquellos asuntos que afectan los intereses de la audiencia, facilitando
así su participación ciudadana. Sabemos, por supuesto, que los medios tienen intereses
económicos, afiliaciones políticas e ideologías que obligan a nuestros
idealismos a mantener los pies en la tierra.
Con un idealismo cauto, OCM hace un primer balance de reportes
fichados en este espacio, encontrando que el Congreso de Jalisco es una especie
de foco rojo (cinco reportes) en el que se advierten conductas y manejos
administrativos que en democracias desarrolladas provocarían escándalo, y conducirían
a juicios políticos y al encarcelamiento de los protagonistas. Aunque al
parecer todavía estamos lejos de esto, la evidencia de ausentismo laboral,
malversación de fondos, y dispendio de recursos que ocurre en el Congreso, y
que es revelada con consistencia por la prensa, es testimonio de que una cultura
periodística de denuncia tiene un firme arraigo en el país. Quizás el siguiente
paso es evolucionar a una cultura de responsabilidades, en la que la prensa
mantiene un seguimiento estricto de casos imputables a personas específicas, hasta
que la evidencia sistemática conduce a la intervención de instancias donde los
responsable son procesados en las instancias pertinentes, e incluso
judicialmente.
Hasta el momento, puede decirse que la prensa ha proporcionado
una cobertura constante sobre los manejos cuestionables de la 59 Legislatura
del Congreso jalisciense. Es posible que esta cobertura continuará, toda vez que los aún
diputados dejan una deuda que asciende a más de 300 millones de pasos, y que
necesariamente impactará en el funcionamiento de la 60 Legislatura. Es de esperarse pues que el Congreso de Jalisco seguirá dando tela de dónde cortar. En este sentido será importante que además de la prensa, se sumen actores de la sociedad
civil para vigilar el uso de nuestros recursos públicos. Lo importante, desde el punto de vista del OCM, es que la prensa nos da pauta para realizar esta vigilancia.
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